Platero y mi música, por Lucía y Emmanuelle
Mi estampa de Platero...
El demonio
"De pronto, con un duro y solitario trote, doblemente sucio en una alta nube de polvo, aparece, por la esquina del Trasmuro, el burro. Un momento después, jadeantes, subiéndose los caídos pantalones de andrajos, que les dejan fuera las oscuras barrigas, los chiquillos, tirándole rodrigones y piedras.
Es negro, grande, viejo, huesudo—otro arcipreste—; tanto que parece que se le va a agujerear la piel sin pelo por doquiera. Se para, y, mostrando unos dientes amarillos, como habones, rebuzna a lo alto ferozmente, con una energía que no cuadra a su desgarbada vejez... ¿Es un burro perdido? ¿No lo conoces, Platero? ¿Qué querrá? ¿De quién vendrá huyendo, con ese trote desigual y violento?
Al verlo, Platero hace cuerno, primero, ambas orejas con una sola punta, se las deja luego una en pie y otra descolgada, y se viene a mí, y quiere esconderse en la cuneta, y huir, todo a un tiempo. El burro negro pasa a su lado, le da un rozón, le tira la albarda, lo huele, rebuzna contra el muro del convento y se va trotando, Trasmuro abajo...
...Es, en el calor, un momento extraño de escalofrío—¿mío, de Platero?—, en el que las cosas parecen trastornadas, como si la sombra baja de un paño negro ante el sol ocultase, de pronto, la soledad deslumbradora del recodo del callejón, en donde el aire, súbitamente quieto, asfixia... Poco a poco, lo lejano nos vuelve a lo real. Se oye, arriba, el vocerío mudable de la plaza del Pescado, donde los vendedores que acaban de llegar de la Ribera exaltan sus asedías, sus salmonetes, sus brecas, sus mojarras, sus bocas; la campana de vuelta, que pregona el sermón de mañana; el pito del amolador...
Platero tiembla aún, de cuando en cuando, mirándome, acoquinado, en la quietud muda en que nos hemos quedado los dos, sin saber por qué...
—Platero, yo creo que ese burro no es un burro...
Y Platero, mudo, tiembla de nuevo todo él de un solo temblor, blandamente ruidoso, y mira, huido, hacia la gavia, hosca y bajamente..."
Juan Ramón Jiménez, Platero y yo, Capítulo 31.
Mi música...
Ficha técnica:
Título: Demons
Intérprete: Imagine Dragons
Año: 2013
Idioma: inglés
Mi comentario...
El capítulo que elegimos mi compañera Emmanuelle y yo se titula “El demonio”. Las principales razones por las que lo escogimos fueron porque lo
entendíamos, cosa que no pasaba con otros capítulos, y porque encontramos una
canción que se ajustaba al título.
El capítulo habla de una tarde-noche en la que Platero y Juan Ramón
Jiménez pasaban por una calle en la que vieron a un burro de aspecto siniestro
y misterioso. El burro vaciló por unos momentos a Platero, el cual se asustó,
al igual que su amo. Después de que el burro se fuera, los dos aún temblando,
el autor comenta a Platero que ese no parecía un burro cualquiera.
La canción que escogimos para leer con el capítulo se titula “Demons”,
que en castellano significa demonios. Esta canción está interpretada por un
grupo estadounidense llamado Imagine
Dragons, de rock alternativo. La razón por la que elegimos esta canción, como
bien habréis deducido, fue que tanto el título del capítulo como el de la
canción hacen referencia a lo mismo. La canción fue lanzada en la radio el 28
de enero de 2013 y mundialmente el 22 de octubre del mismo año.
El día en el que tuvimos que exponer nuestro trabajo a la clase, me
sentía tranquila, ya que mi compañera y yo nos lo habíamos preparado bastante
bien. Quizá en ese momento no se apreció, ya que era la hora de salida al patio
y estaba sonando la sardana, pero tanto Emmanuelle y yo sabíamos que lo
habíamos hecho muy bien.
O al menos, esa es mi opinión.
El comentario de la profe...
A lo largo de nuestra vida, iremos acumulando experiencias que nos harán crecer como personas. Algunas de ellas serán amargas, aunque inevitables; otras, en cambio, pueden ser innecesarias y doblemente dolorosas, por su gratuidad y por el sufrimiento oculto (demoníaco) que provocan a quien las padece; otras solo estarán en nuestra cabeza, de modo que albergaremos en nuestras manos la clave para derrotarlas.
En el videoclip de Demons, la cámara va recorriendo uno a uno los demonios (miedos, sufrimientos) que acechan a algunos de sus fans. Todos ellos distintos; pero todos, dolorosos. Así pues, nos muestra el pesar por la pérdida de ese ser querido que constituía el pilar de nuestra existencia; la amargura por no ser aquello que uno desea ser; la impotencia ante el referente que pierde el rumbo...
Juan Ramón Jiménez también habla de sus demonios y de los de Platero: ambos temen llegar a viejos y estar solos, desvalidos. Ese burro 'negro y huesudo' representa la soledad de la vejez a la que ni el poeta ni el burro quieren llegar. De momento, se tienen el uno al otro, de modo que, mientras sea así, ese miedo no se hará realidad.
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